El césped estaba húmedo, había sido regado recientemente. Me sentía como un insecto bajo microscopio, pero esta vez, ese sentimiento era compartido.
Estábamos entrenando, o más bien pateando balones de un lado a otro ¿Qué podía tener aquello de excitante? Nada, pero el equipo masculino de fútbol de Capeside parecía ver más allá.
Los últimos quince minutos habían estado echados cómodamente en las gradas, observándonos entrenar sin ningún tipo de disimulo.
Eran al menos diez, demasiado hombres para no intimidarnos, atléticos y fuertes.
- ¡Eh, manada de cerdos! ¿¡Acaso no tienen nada mejor que hacer!?
La voz de Alyssa Reighol acabó por despistarnos a todas, la chica pelirroja que practicaba conmigo abrió ligeramente la boca con las cejas encaradas.
Alyssa simplemente se quedó allí, con las manos a cada lado de su cadera, con la mirada cargada de enojo hacia los chicos que ahora improvisaban estar teniendo una conversación de equipo.
Cuánto valor, pensé. No oí a nadie rechistar, pero por dentro, se que el montón de chicas avergonzadas lo agradecían en voz baja.
Sacudió su corta melena con indiferencia, que ahora además de tener las puntas rojas, había decidido mecharlas con un azul gótico. Alyssa Reighol era todo un personaje.
- ¡Muchachas!
La entrenadora Traverso agitaba sus manos desde la punta contraria a los chicos en las gradas.
Impaciente, tomó el silbato entre sus labios y chifló, obligándonos a trotar ligero para llegar a ella.
- Bien, chicas, será sencillo. Beckery y Mane irán a la delantera.
Kira Beckery, la rubia atleta de buenas calificaciones asintió emitiendo un gracioso gruñido de guerra.
Traverso continuó por darle un puesto al resto, crucé los dedos detrás de mi espalda para que me nombrara suplente, suplente por favor, suplente por fav...
- Gallagher, medio ofensivo central.
Era prácticamente chino para mí, mi cara debió reflejarlo porque la entrenadora puso los ojos en blanco y bufó.
- Te paras en el medio de la cancha y si te llega el balón, lo pateas a otra compañera.
Asentí tragando saliva y esperando no meter la pata.
Entonces me encontraba allí, parada exactamente donde se me fue asignado, recibiendo miradas asesinas de las contrincantes. Y también, recibiendo la atención de las gradas que, sorpresivamente, se encontraban bastante pobladas.
Los chicos de Capeside comenzaron a aplaudir y alentar a sus compañeras, miré mis pies distraídamente mientras esperaba que el arbitro de inicio al partido.
Aquel primer tiempo fue agotador, no recuerdo momento en que mis pies hayan estado quietos. Todo había comenzado bastante bien, cumplí mi tarea al pie de la letra. En cuanto recibía un balón o una contraria lo llevaba hacia mi zona, obligaba a mis pies a hacer los movimientos correctos consiguiendo una actuación no excelente, pero satisfactoria.
Para cuando acabó el primer tiempo, ganábamos por un gol de ventaja anotado por Kira, quien recibió cumplidos de parte del público. La rubia los recibió con la cabeza en alto y mucho estilo.
Y yo me encontraba con las manos en las rodillas, dejando que todo el peso de mi torso cayera sobre ellas.
Una fuerte palmada en mi hombro casi me hace perder el equilibrio y caer de boca al césped.
- ¡Buen trabajo, Gallagher!
Creo que fue la primera vez que la entrenadora Traverso me sonreía, tendría que sentirse bien, pero me resultó sombrío.
Otra vez el equipo se encontraba reunido, Traverso decidió que habían cambios que hacer. Mane sentía una enorme molestia en el tobillo, tras patear el balón de mala manera.
- No puedo dar un paso más - Jadeó dejándose caer en la banca.
Luego de que la entrenadora atara una bolsa de hielo a la zona herida, volvió a acercarse al resto del equipo.
Sus dedos se clavaban contra sus sienes, cerró los ojos con fuerza, estresada.
- Gallagher ¿Dónde estás? - Habló con los ojos aún cerrados.
Me metí entre las chicas para quedar al alcance de su vista, ella abrió los ojos y me señaló.
- Reemplazarás a Mane y Alexa entrará en tu lugar.
Alexa, una chica robusta y tímida alzó su rostro asustada cuando oyó su nombre.
Compartimos una mirada, ninguna quería estar en ese lugar.
El arbitró pitó para que volviéramos a la cancha.
- ¡A jugar!
- Espere, entrenadora, yo no... - Balbucee, pero la mujer me tomó efusivamente de los hombros.
- No irás a estropearlo ahora, Gallagher. Confío en ti ¡Ve!
Y tras un no tan delicado empujón, yo volvía a aquella pesadilla.
Ahora tenía un lugar central ¿Por qué? No lo sé, le rogué a Alyssa que cambiara conmigo, pero todo lo que recibí fue una risa amarga.
Eludes, atrapas, pateas, mi mente no dejaba de trabajar los pasos.
El balón volvió a estar en juego, un temblequeo me recorrió el cuerpo.
Los minutos pasaban, Kira cubría la mayor parte de mi trabajo, y sino, yo me las arreglaba para poder otorgarle el balón en cada oportunidad que se me presentaba.
Para los próximos diez minutos, Kira anotó. 2 a 0, el equipo ganaba.
Esto pareció incentivar el espíritu de la entrenadora que de pronto se levantó de la banca y no dejó de gesticular con las manos enviando órdenes y gritos de aliento.
"¡Vamos, Gallgher! ¡Es tuyo! ¡Corre!"
Parecía que me hablara mi subconsciente.
Quedaba menos de un minuto de juego, ya casi saboreaba el estar en mi cama, aplastando mi cabeza contra la almohada, sintiendo las suaves colchas de algodón contra mi piel.
- ¡¡¡Patea, _____!!!
Aterrada voltee ante el grito de Kira, que se encontraba acorralada por dos jugadoras, la pelota iba en el aire, en caída libre en mi dirección.
Piensa, _____, piensa. Devolverle el pase Kira no era una opción, el balón cayó a mis pies.
Corrí con él pateticamente hasta llegar al área, deseando estar lo suficientemente cerca para no errar el tiro. Pero como si fuesen correcaminos, dos chicas del equipo contrario avanzaban a enorme velocidad hasta mí.
Cerré los ojos, me cargué de coraje y patee con todas mis fuerzas.
El silbato culminó el juego y solo ahí, me atreví a abrir los ojos.
Pero el lugar pareció quedarse en silencio, miré el arco, pero el balón no había entrado allí, ni siquiera fuera de sus alrededores ¿Qué hice?
Entonces en las gradas lo vi, una pequeña multitud de personas metidas unas entre otras. No cualquier multitud, sino los chicos que Alyssa había regañado más temprano.
Sin pensar corrí hacia allí, mi corazón golpeaba fuerte y las costillas me dolían del cansancio. Subí los asientos de dos en dos con la respiración agitada.
Me abrí paso entre las personas y entonces lo vi, el balón rodando a un lado cayendo a mis pies. Me horrorizó ver que tenía una pequeña mancha roja.
Entonces alcé mi mirada, el chico se cubría el ojo con ambas manos, pequeñas salpicaduras de sangre manchaban sus manos, tenía los ojos cerrados con una mueca de dolor.
Me acerqué temerosa a él y toqué su hombro con el corazón en la mano.
El chico abrió los ojos para verme.
- Oh, por dios, lo siento tanto - Fue lo primero que me salió.
El pecho me subía y bajaba.
- Estoy bien - Dijo en voz baja, sin dejar de taparse la vista con las manos.
Negué con la cabeza en un frenético trance y le tomé el brazo con más fuerza.
- Vamos, tengo que llevarte a la enfermería.
El chico se levantó y las personas se dispersaron para dejarnos pasar sin quitar los ojos de encima. Mantuve mis manos encima de él, guiándolo en cada paso para evitar que tropezara.
El chico me llevaba al menos treinta centímetros de altura, mi brazo cubrió la parte baja de su espalda mientras el otro apretó el costado de su torso. Era fuerte y duro.
- Lo siento tanto... - Sollocé sacándolo fuera de la cancha. - Dios, soy tan estúpida.
Me pareció que el chico soltó una risa silenciosa, pero mi corazón latía con tanta fuerza y mis nervios picaban a flor de punta dejándome totalmente por fuera de la realidad.
Cuando llegamos a la enfermería, lo guié hasta la camilla donde se sentó.
- ¿Dónde está la enfermera cuando la necesitas? - Me dije en voz alta, frustrada.
Pero el chico aún sangraba y no podía retirar la mano de la herida.
Tomé un paño que había sobre una repisa y lo mojé con agua caliente en el lavabo que tenía frente a esta.
Me acerqué temerosa a él, entonces abrió su ojo sano, y en cuanto vio el paño quitó cautelosamente la otra, dejando ver un tajo en su ceja derecha.
Me cubrí la boca evitando que un grito salga de ella.
Él simplemente entrelazó sus manos manchadas de sangre sobre su regazo, entonces mi mano temblorosa llegó a tocar su rostro con el paño.
Primero limpié la sangre alrededor en un silencio incómodo, nadie emitió palabra. Pero en cuanto el paño caliente rozó la herida, soltó un quejido.
- Lo siento - Me apresuré a decir.
La sombra de una sonrisa se asomó por su rostro.
- Sí, eso ya lo has dicho - Contestó con humor.
Pero no podía descifrar si se encontraba furioso al respecto o no.
Procuré rozar delicadamente la parte de la herida, presionando y soltando cuando él gruñía de dolor. Tenía los labios apretados, aguantando.
- Traeré una venda.
Me di vuelta para abrir los cajones de la repisa buscando desesperadamente algo para evitar que la sangre siguiera saliendo.
Encontré un algodón y lo mojé con un poco de alcohol que había junto al paño para desinfectar la herida.
- Escuece - Se quejó entre dientes.
- Lo sé.
Tomé un pañuelo que tenía atado a mi muñeca y presionando el algodón contra la herida, lo até alrededor de su cabeza.
- Esto evitará que sigas sangrando - Suspiré sin dejar de mirar la zona afectada con mi labio inferior entre mis dientes.
- Ese fue un gran tiro - Dijo con una pizca de gracia en sus ojos mieles.
No sé si intentó hacerme reír o me lo recriminó.
- Me siento tan culpable - Repliqué tapando mi cara entre mis manos - Te va a salir un buen moratón.
Suspiré dejando caer mis hombros.
- De veras lo siento.
Él asintió, su boca se abrió para decir algo más pero entonces la enfermera entró. Enhorabuena.
- Vaya ¿Qué tenemos aquí?
La mujer de cincuenta años se movió entre nosotros y observó con gracia mi improvisado tratamiento.
- Yo... Lo golpee con un balón - Dije sobando mi antebrazo, de repente me había atacado el frío.
La enfermera me miró con una ceja encarada y luego asintió.
- Esta bien, vete para que pueda atenderlo. - No sonó muy feliz.
¿Acaso pensó que lo había hecho a propósito?
Suspiré.
- Lo siento - Le dije una vez más al chico antes de irme.
Estábamos entrenando, o más bien pateando balones de un lado a otro ¿Qué podía tener aquello de excitante? Nada, pero el equipo masculino de fútbol de Capeside parecía ver más allá.
Los últimos quince minutos habían estado echados cómodamente en las gradas, observándonos entrenar sin ningún tipo de disimulo.
Eran al menos diez, demasiado hombres para no intimidarnos, atléticos y fuertes.
- ¡Eh, manada de cerdos! ¿¡Acaso no tienen nada mejor que hacer!?
La voz de Alyssa Reighol acabó por despistarnos a todas, la chica pelirroja que practicaba conmigo abrió ligeramente la boca con las cejas encaradas.
Alyssa simplemente se quedó allí, con las manos a cada lado de su cadera, con la mirada cargada de enojo hacia los chicos que ahora improvisaban estar teniendo una conversación de equipo.
Cuánto valor, pensé. No oí a nadie rechistar, pero por dentro, se que el montón de chicas avergonzadas lo agradecían en voz baja.
Sacudió su corta melena con indiferencia, que ahora además de tener las puntas rojas, había decidido mecharlas con un azul gótico. Alyssa Reighol era todo un personaje.
- ¡Muchachas!
La entrenadora Traverso agitaba sus manos desde la punta contraria a los chicos en las gradas.
Impaciente, tomó el silbato entre sus labios y chifló, obligándonos a trotar ligero para llegar a ella.
- Bien, chicas, será sencillo. Beckery y Mane irán a la delantera.
Kira Beckery, la rubia atleta de buenas calificaciones asintió emitiendo un gracioso gruñido de guerra.
Traverso continuó por darle un puesto al resto, crucé los dedos detrás de mi espalda para que me nombrara suplente, suplente por favor, suplente por fav...
- Gallagher, medio ofensivo central.
Era prácticamente chino para mí, mi cara debió reflejarlo porque la entrenadora puso los ojos en blanco y bufó.
- Te paras en el medio de la cancha y si te llega el balón, lo pateas a otra compañera.
Asentí tragando saliva y esperando no meter la pata.
Entonces me encontraba allí, parada exactamente donde se me fue asignado, recibiendo miradas asesinas de las contrincantes. Y también, recibiendo la atención de las gradas que, sorpresivamente, se encontraban bastante pobladas.
Los chicos de Capeside comenzaron a aplaudir y alentar a sus compañeras, miré mis pies distraídamente mientras esperaba que el arbitro de inicio al partido.
Aquel primer tiempo fue agotador, no recuerdo momento en que mis pies hayan estado quietos. Todo había comenzado bastante bien, cumplí mi tarea al pie de la letra. En cuanto recibía un balón o una contraria lo llevaba hacia mi zona, obligaba a mis pies a hacer los movimientos correctos consiguiendo una actuación no excelente, pero satisfactoria.
Para cuando acabó el primer tiempo, ganábamos por un gol de ventaja anotado por Kira, quien recibió cumplidos de parte del público. La rubia los recibió con la cabeza en alto y mucho estilo.
Y yo me encontraba con las manos en las rodillas, dejando que todo el peso de mi torso cayera sobre ellas.
Una fuerte palmada en mi hombro casi me hace perder el equilibrio y caer de boca al césped.
- ¡Buen trabajo, Gallagher!
Creo que fue la primera vez que la entrenadora Traverso me sonreía, tendría que sentirse bien, pero me resultó sombrío.
Otra vez el equipo se encontraba reunido, Traverso decidió que habían cambios que hacer. Mane sentía una enorme molestia en el tobillo, tras patear el balón de mala manera.
- No puedo dar un paso más - Jadeó dejándose caer en la banca.
Luego de que la entrenadora atara una bolsa de hielo a la zona herida, volvió a acercarse al resto del equipo.
Sus dedos se clavaban contra sus sienes, cerró los ojos con fuerza, estresada.
- Gallagher ¿Dónde estás? - Habló con los ojos aún cerrados.
Me metí entre las chicas para quedar al alcance de su vista, ella abrió los ojos y me señaló.
- Reemplazarás a Mane y Alexa entrará en tu lugar.
Alexa, una chica robusta y tímida alzó su rostro asustada cuando oyó su nombre.
Compartimos una mirada, ninguna quería estar en ese lugar.
El arbitró pitó para que volviéramos a la cancha.
- ¡A jugar!
- Espere, entrenadora, yo no... - Balbucee, pero la mujer me tomó efusivamente de los hombros.
- No irás a estropearlo ahora, Gallagher. Confío en ti ¡Ve!
Y tras un no tan delicado empujón, yo volvía a aquella pesadilla.
Ahora tenía un lugar central ¿Por qué? No lo sé, le rogué a Alyssa que cambiara conmigo, pero todo lo que recibí fue una risa amarga.
Eludes, atrapas, pateas, mi mente no dejaba de trabajar los pasos.
El balón volvió a estar en juego, un temblequeo me recorrió el cuerpo.
Los minutos pasaban, Kira cubría la mayor parte de mi trabajo, y sino, yo me las arreglaba para poder otorgarle el balón en cada oportunidad que se me presentaba.
Para los próximos diez minutos, Kira anotó. 2 a 0, el equipo ganaba.
Esto pareció incentivar el espíritu de la entrenadora que de pronto se levantó de la banca y no dejó de gesticular con las manos enviando órdenes y gritos de aliento.
"¡Vamos, Gallgher! ¡Es tuyo! ¡Corre!"
Parecía que me hablara mi subconsciente.
Quedaba menos de un minuto de juego, ya casi saboreaba el estar en mi cama, aplastando mi cabeza contra la almohada, sintiendo las suaves colchas de algodón contra mi piel.
- ¡¡¡Patea, _____!!!
Aterrada voltee ante el grito de Kira, que se encontraba acorralada por dos jugadoras, la pelota iba en el aire, en caída libre en mi dirección.
Piensa, _____, piensa. Devolverle el pase Kira no era una opción, el balón cayó a mis pies.
Corrí con él pateticamente hasta llegar al área, deseando estar lo suficientemente cerca para no errar el tiro. Pero como si fuesen correcaminos, dos chicas del equipo contrario avanzaban a enorme velocidad hasta mí.
Cerré los ojos, me cargué de coraje y patee con todas mis fuerzas.
El silbato culminó el juego y solo ahí, me atreví a abrir los ojos.
Pero el lugar pareció quedarse en silencio, miré el arco, pero el balón no había entrado allí, ni siquiera fuera de sus alrededores ¿Qué hice?
Entonces en las gradas lo vi, una pequeña multitud de personas metidas unas entre otras. No cualquier multitud, sino los chicos que Alyssa había regañado más temprano.
Sin pensar corrí hacia allí, mi corazón golpeaba fuerte y las costillas me dolían del cansancio. Subí los asientos de dos en dos con la respiración agitada.
Me abrí paso entre las personas y entonces lo vi, el balón rodando a un lado cayendo a mis pies. Me horrorizó ver que tenía una pequeña mancha roja.
Entonces alcé mi mirada, el chico se cubría el ojo con ambas manos, pequeñas salpicaduras de sangre manchaban sus manos, tenía los ojos cerrados con una mueca de dolor.
Me acerqué temerosa a él y toqué su hombro con el corazón en la mano.
El chico abrió los ojos para verme.
- Oh, por dios, lo siento tanto - Fue lo primero que me salió.
El pecho me subía y bajaba.
- Estoy bien - Dijo en voz baja, sin dejar de taparse la vista con las manos.
Negué con la cabeza en un frenético trance y le tomé el brazo con más fuerza.
- Vamos, tengo que llevarte a la enfermería.
El chico se levantó y las personas se dispersaron para dejarnos pasar sin quitar los ojos de encima. Mantuve mis manos encima de él, guiándolo en cada paso para evitar que tropezara.
El chico me llevaba al menos treinta centímetros de altura, mi brazo cubrió la parte baja de su espalda mientras el otro apretó el costado de su torso. Era fuerte y duro.
- Lo siento tanto... - Sollocé sacándolo fuera de la cancha. - Dios, soy tan estúpida.
Me pareció que el chico soltó una risa silenciosa, pero mi corazón latía con tanta fuerza y mis nervios picaban a flor de punta dejándome totalmente por fuera de la realidad.
Cuando llegamos a la enfermería, lo guié hasta la camilla donde se sentó.
- ¿Dónde está la enfermera cuando la necesitas? - Me dije en voz alta, frustrada.
Pero el chico aún sangraba y no podía retirar la mano de la herida.
Tomé un paño que había sobre una repisa y lo mojé con agua caliente en el lavabo que tenía frente a esta.
Me acerqué temerosa a él, entonces abrió su ojo sano, y en cuanto vio el paño quitó cautelosamente la otra, dejando ver un tajo en su ceja derecha.
Me cubrí la boca evitando que un grito salga de ella.
Él simplemente entrelazó sus manos manchadas de sangre sobre su regazo, entonces mi mano temblorosa llegó a tocar su rostro con el paño.
Primero limpié la sangre alrededor en un silencio incómodo, nadie emitió palabra. Pero en cuanto el paño caliente rozó la herida, soltó un quejido.
- Lo siento - Me apresuré a decir.
La sombra de una sonrisa se asomó por su rostro.
- Sí, eso ya lo has dicho - Contestó con humor.
Pero no podía descifrar si se encontraba furioso al respecto o no.
Procuré rozar delicadamente la parte de la herida, presionando y soltando cuando él gruñía de dolor. Tenía los labios apretados, aguantando.
- Traeré una venda.
Me di vuelta para abrir los cajones de la repisa buscando desesperadamente algo para evitar que la sangre siguiera saliendo.
Encontré un algodón y lo mojé con un poco de alcohol que había junto al paño para desinfectar la herida.
- Escuece - Se quejó entre dientes.
- Lo sé.
Tomé un pañuelo que tenía atado a mi muñeca y presionando el algodón contra la herida, lo até alrededor de su cabeza.
- Esto evitará que sigas sangrando - Suspiré sin dejar de mirar la zona afectada con mi labio inferior entre mis dientes.
- Ese fue un gran tiro - Dijo con una pizca de gracia en sus ojos mieles.
No sé si intentó hacerme reír o me lo recriminó.
- Me siento tan culpable - Repliqué tapando mi cara entre mis manos - Te va a salir un buen moratón.
Suspiré dejando caer mis hombros.
- De veras lo siento.
Él asintió, su boca se abrió para decir algo más pero entonces la enfermera entró. Enhorabuena.
- Vaya ¿Qué tenemos aquí?
La mujer de cincuenta años se movió entre nosotros y observó con gracia mi improvisado tratamiento.
- Yo... Lo golpee con un balón - Dije sobando mi antebrazo, de repente me había atacado el frío.
La enfermera me miró con una ceja encarada y luego asintió.
- Esta bien, vete para que pueda atenderlo. - No sonó muy feliz.
¿Acaso pensó que lo había hecho a propósito?
Suspiré.
- Lo siento - Le dije una vez más al chico antes de irme.
-
¡Gracias por los comentarios!
Bueno, acá les dejo un mega capítulo, que lo disfruten :)
Las quiere,
Ana
ANAAAA! :) :)
ResponderEliminarme encantoooo! que manera! lo golpeo con el balón! era Liam ¿no? solo falta que no sea Liam y ya me haya hecho ilusiones!
hahaha bueno, me ENCANTO, ¿ya lo dije? bueno, lo repito :)
asdfghjkl ME ENCANTA COMO ESCRIBES!
sube pronto!
besossss.x
HOLAAAAA! Bueno, no sé si en la otra nove te llegué a comentar, creo que sí, la cuestión es que estuve un poco ocupada y aunque siempre leo todos los caps, la verdad nunca me da el tiempo para comentar, cosa que no me gusta porque realmente AMO como escribes y cada uno de los capitulos, intentare comentar un poco mas seguido en ambas vale? Bueno, sabes que ME ENCANTA esta novela, igual que la otra así que te suplico que sigas escribiendo
ResponderEliminarBESOOOS
Jajajaja me encanto el cap, no puedo creer que lo haya golpeado con una pelota jajaja era Liam cierto?? la rayis es muy yo jaja dios mujer amo lo que escribes Kisses xx
ResponderEliminarAme el capitulo! estoy deseando saber si era liam o no :c estoy igual que el primer comentario XD
ResponderEliminarMe encanto Ana, creo que este capitulo empieza con toda la historia:,)
ResponderEliminarE igual que todas espero que sea Liam. Lo ameeeeeeee!
Un beso hermosa!
la amoooo me encanto el capitulo en serio escribes tan perfectoooo .
ResponderEliminarbueno y espero q ese chico sea Liam jajajaja.
bueno espero el otro súbelo cuando puedas, besosssss.
ajskjsdjdj ME ENCANTOOO *-* AMO LA NOVE, SIGUELA <3
ResponderEliminarPD: Espero que sea Liam xd <3
PD2: Todas estamos iguales XD
Me gusta, me gusta!! Me encanta la novela :D
ResponderEliminarSíguela (: Besos
PD: estoy igual que todas, con la intriga de quien era el chico. Pero espero que sea Liam.